martes, 7 de diciembre de 2010

La premonición

La abuelita –como la llamaban coloquialmente en el vecindario ya que nadie sabia su nombre puesto que ella hacía tanto que lo había olvidado- se despertó esa mañana con un presentimiento en el pecho. Cada día eran más y más las corazonadas que la asaltaban aún cuando hacía años que había dejado de echar el tarot  forzada por el alzheimer y la vejez. 

Angustiada por su visión y temerosa de que el olvido la alcanzara, recorrió lo más rápido que pudo el pasillo que separaba su cuarto del estudio. Se sentó sobre el escritorio que en algún tiempo había sido de Manuel -su esposo fallecido- y de la cajonera sacó un papel amarillento en el que escribió:

Quiroga, Michoacán a 10  de Julio de 2010.
Estimada Sra. Xocorro Farías,
Usted no me conoce y aún cuando esto suene extraño, he tenido una premonición que la involucra. Siento mucho pedirle que el lunes 20 de Noviembre no salga de su casa pues ese día la muerte la visitará. Si le es posible, despídase de parientes y amigos aunque le ruego lo haga con discreción para  no angustiar de más a sus seres queridos. Tomar una taza de té verde con jenjibre siempre es bueno para invocar a los buenos espíritus.
No olvide anotar la fecha en el calendario para que que la muerte no la tome por sorpresa. Descanse en Paz.

Rotuló con cuidado el sobre con la dirección que encontró en el directorio y bajó con mucho pesar los escalones que la separaban de la entrada de la casa. Dejó la carta sobre el buzón para que Juanito el cartero –como favor especial- la recogiera más tarde.

Durante días la asaltó la misma premonición pero debido al alzheimer -que día a día se agudizaba- para ella era siempre una diferente. Escribió entonces una y otra vez una carta, dirigida a la misma persona y prácticamente con las mismas palabras.

Juanito pasaba a diario a recoger la carta y con un movimiento de mano saludaba a la señora que como todos los días a esa hora preparaba café en la cocina. Veía el destinatario y con resignación metía la carta en su bolso para guardarla más tarde -cerrada y  junto a todas las demás cartas que la señora había escrito en los últimos meses- en una caja que tenía en la sala de su casa.

Un día no hubo carta y no olía a café recién preparado. La angustia lo invadió y tocó la puerta en repetidas ocasiones pero nadie respondió. Temiendo lo peor se vió forzado a llamar a la policía pues ella no tenía ningún pariente o amigo cercano al que pudiese acudir.

La descubrieron tendida sobre su cama, inmóvil y con la ropa de dormir puesta. Estaba muerta.
El forense escribió en el acta: Hora de muerte aproximada: 8:00 hrs. Motivo: Desconocido. Fecha de defunción: 20 de Noviembre de 2010. Nombre de la occisa: Xocorro Farías.

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